BLOG DE CRÍTICA Y ANÁLISIS

viernes, 26 de febrero de 2010

James Cameron - Avatar (2009)

El Cine es el Paraíso y es James Cameron
Hemos visto cientos de films donde la representación del mito se daba en puestas de escena a través (preferentemente) de los géneros, en todos y cada uno de ellos, y hasta incluso la puesta del mismo mito en numerosas películas. Pero Avatar es, ni más ni menos, que trasladarse hasta el mito mismo. Pandora es ese paraíso perdido que Cameron recupera a voluntad y con una maestría única e irrepetible. La conciencia de este director es sencillamente avasallante. Es muy difícil escribir unas pocas líneas en una película que articula sentidos y memoria cinéfila en cada plano.
Metáfora exacta de estos tiempos, y me refiero a tiempos que llevan unos cientos de años. Desde la pérdida de lo sagrado -o secreto- con la modernidad, la pérdida de lo religioso se va a demostrar en este film a través de sus dos variantes: la científica y la militar a través del concepto positivista. La destrucción de Pandora parece inexorable bajo esa mirada, y si el cine fue el encargado de entre todas las artes de la recuperación de lo simbólico y -claro- lo mítico, la salvación del paraíso solo será llevado a cargo de unos pocos. La reunificación dada a través de Jack Sully y su ascención hacia ese otro mundo (y ese otro mundo por excelencia), será la encargada de tal menester, sin dejar de recordarnos al cine y, por ejemplo, la cita recurrente a Apocalipsis Now.
Si Cóppola nos enseñaba del infierno al que caía América, en esa tierra baldía (Eliot dixit), Cameron nos direcciona hacia ese otro tópico cuya representación es mágica y prodigiosa. Nunca se había atrevido a tanto el cine. Nunca llegó tan lejos. La experiencia sensorial del film (y recordando que es un film para ser visto solo en cines), nos transporta a otra cosa.
He leído repetidamente de la sencillez de la fábula del film, y me gustaría saber que fábula no lo es. La complejidad siempre estará dada en la puesta en escena. Todo lo que se pueda decir del film siempre será poco. Y así como Cameron lleva el cine a términos tecnológicos por demás de avanzados, el director desvía o inutiliza esa técnica como un fin en sí mismo para dar más y más Cine, así, con mayúsculas.
O podemos pensar al film también así: Pandora es el cine, es el cine y todo lo conceptual que pueda pensarse; están los que intentarán avasallarlo a partir de negar su esencia, los militares que son la opción para destruir lo conocido en pos de lo experimental y no dejar huella alguna de lo conocido; y están los científicos que reconocerán su esencia pero para el que solo se servirán en pos de un supuesto mejor. Ya sabemos donde nos ha llevado la afición cuantitativa. En el otro lugar está el Paraíso, está Pandora, está el Cine, está James Cameron. Puntaje: 10

lunes, 22 de febrero de 2010

Dominic Sena - Whiteout (2009)

Tan regular como la nieve
La Marshall Carrie Stetko se ve envuelta, a poco de finalizar su estadía temporal en una base antártica, en una serie de crímenes cuyo origen se remonta a un avión ruso caído más de 50 años atrás.
Es visible en toda la puesta en escena el laborioso trabajo de los cuatro guionistas para mantener a flote una historia que a los efectos visuales resulta sumamente adocenada.
Los actores, salvo Tom Skerrit, hacen tan poco creíble el relato que por momentos no sabemos si aparecerá alguna vuelta de tuerca antes de que el film finalice. Pero no.
La película se desplaza en la anodina interpretación de Kate Beckinsale, y es visible que en manos de otro director el resultado podría haber sido más loable.
La Antártida ha sido un espacio geográfico que en manos, por ejemplo, de John Carpenter, ha dado una joya como The Thing en el año 1982. Mucho del comienzo de la película es deudora de esa clave fílmica: un objeto que cae del cielo con un secreto, personajes que hablan otras lenguas -aquí ruso, en la de Carpenter noruego-, la búsqueda del origen del problema en una lejana base, la salida en medio del temporal con un arriesgado piloto, la llegada de un cadáver que esconderá un secreto (invertido en este caso, no revelaré cual es), y la naturaleza que acecha con el tremendo impacto de su magnanimidad.
El film de Carpenter encontraba en el final a dos sobrevivientes con la llegada del invierno bebiendo un whisky y esperando el destino irreversible, en esta Carrie se extasía en los multicolores de la aurora boreal: de la llegada de la noche a la aurora media un gigantismo temporal tan grande como los logros de ambos films. Puntaje: 3

F. Godfried/J. Sasiaín - La Tigra, Chaco (2010)

La Tigra...o cualquier parte
Una historia de amor que se entreteje -bajo el manto del título- con el pueblo en que se desarrolla la acción. Digamos algo de entrada: así como la historia de amor es sencilla, fluída y sostenida en el encanto del personaje de Vero, las dudas de Esteban quien retorna al pueblo luego de varios años y la abuela de éste de origen checo, el pueblo solo tiene voz cuando los personajes lo explicitan. La mayoría de las escenas con encanto del film tratan de diálogos sugerentes y ascendentes, pero no hay -con excepción de un plano al amanecer sobre el final de la película- un concepto de imagen del pueblo. Es más, la acción podría desarrollarse en cualquier pueblo del interior, porque aquí La Tigra está solo como soporte de una historia intimista y los logros, insisto, radican en largas secuencias de diálogos y silencios.
Desde ese lugar que titula el film, no hay imágenes que nos hagan emerger el concepto del pueblo. Como ejemplo comparativo, Lucrecia Martel en La ciénaga tornaba el entorno de Salta con una atmósfera bucólica que aprisionaba a los personajes. En esta La Tigra, el espacio físico solo se dimensiona en la voz de los personajes y en la explicitación verbal del concepto de pueblo. Pero no hay construcción de ese espacio y esta mostración será dada casi como de alguien que llega con una cámara turística a un pueblo del interior.
Y como sabemos, la ciudad o un pueblo son más que la gente, al decir de Don Porfirio. Y queda claro que esta no es una cuestión menor en el film, ya que ese es justamente el título: La Tigra, de la provincia de Chaco. Los planos que sostienen visualmente el lugar geográfico, podrían estar en cualquier parte, lo que indica que no están en ninguna. Puntaje: 4

miércoles, 17 de febrero de 2010

"Wallander" (Temporada 2)

"Wallander" - Segunda temporada (2010)
El misionero de Escandinavia
Otros tres episodios para este nuevo rostro de Wallander -el anterior lleva varias temporadas en la televisión sueca- y se ahondan en esta del 2010 todos los problemas insinuados en la temporada anterior.
Los episodios son: "Asesinos sin rostro", "El hombre sonriente" y "La quinta mujer"
Los tres capítulos profundizan cada vez más la veta melancólica que lleva a Wallander a un pasado espiralado a la vez de tormentoso.
Cuando dispara a un neonazi en el primero de los capítulos, lo llevará a un retiro de varios meses al lado del mar y sin poder resolver como manejar ese momento límite.
Su familia quebrada por los años y la distancia, la muerte como la atmósfera que lo nuclea todo y un falso atisbo de esperanza que cierra la saga.
A diferencia de la anterior versión televisiva, esta se ciñe exactamente a los argumentos que creo el novelista Henning Mankëll para su personaje Kurt Wallander.
Y posiblemente el primero sea el más lábil de todos, pero es notorio como el actor inglés construye un personaje distanciado cada vez más cerrado, cada vez más enfermo, cada vez viejo.
De las diferencias respecto a su familia que eran constantes, aquí se deteriora poco a poco la relación con sus compañeros de trabajo y encontrará en la asesina del tercer capítulo un símil emocional y un reflejo exacto de su situación en el mundo.
Wallander se atenaza como puede a su función de policía, porque la operación que ejecuta es más la de un misionero en medio de un infierno; y no porque eso nos trasmita la sociedad representada, sino porque él -y es lo más loable de la serie-, ahonda las facetas oscuras y miserables que los hombres llevan hasta las últimas consecuencias; su hija no puede entender porque su padre no resuelve más rápidamente la muerte hacia otro hombre y abandona así los deberes de hijo para alguien que se va muriendo.
En esa telaraña que teje la familia, Kurt llevará esas marcas para resolver no los casos por deber de funcionario, sino como un último acervo de justicia.
Del otro lado siempre nos queda la desazón de porque son tantas las debilidades y horrendos los errores de los hombres, y en donde esos detalles se nos muestran en lupa realzando el gigantismo espiritual del detective.
Ya podría decirse una serie más religiosa que policial, un último resquicio para que la luz del día no se apague tan rápidamente. Puntaje: 9

lunes, 15 de febrero de 2010

James Gray - Little Odessa (1994)

Trilogía sobre el Padre
Ópera prima de James Gray que no puede sino pensarse en relación a sus dos films posteriores: The Yards (2000) y We Own the Night (2007). No solo por estar hermanados en cuanto a género sino porque en los tres es recurrente y evolutivo el accionar de uno de los personajes.
En este caso es Reuben, el hermano menor de un padre que tiene un kiosko, una amante y la pertenencia a la Familia ruso-judía. El hermano mayor es un asesino por encargo y luego de un prolongado tiempo regresa a su barrio: Little Odessa.
El menor ya ha abandonado los estudios, encontrándose agobiado por el cáncer cerebral que acomete a su madre y una relación distante con su padre. Pero cuando regresa Joshua, Reuben quiere seguir su camino junto o parecido a él, alejándose de los deberes para con su familia.
Este personaje no es otro que el de Leo Handler en la siguiente película de Gray "The Yards". Pero en esta ya ha purgado una condena y afirmado su pertenencia a su nueva "familia", transmutación completa que se da en su tercer film "We Own the Night", cuando Bobby ya ha adoptado como nuevo Pather al mismísimo Don de la familia.
La evolución de intentar ser parte de otra familia, el entrar a una para traicionar ante la muerte de su familia de sangre y el desgarro de ser parte de una nueva y cambiar para volver atrás, teje una red precisa entre estos sus tres primeros films.
En las tres también están los tres personajes que portan armas y que seducen al aprendiz hacia otra cosa. En la primera el hermano como un "killer", en la segunda también el hermano como hombre de apriete del Don Frank, estando en la tercera legitimado por el hermano que es parte ya de la fuerza policial.
Entre tantos directores que hablan de trilogía y que solo establecen una a partir de una cuestión cuantitativa, James Gray articula una notable fábula desplegada en tres actos, intercambiando roles y estableciendo en su puesta en escena una visión del mundo que establece deberes y funciones en relación con el Padre de familia y el Don de Familia, no siendo más que una respuesta o una idea hecha cine de la pérdida del Padre como tópico del gran cine contemporáneo. El saber del cine pareciera refugiarse en muy pocos nombres. Uno de ellos, sin dudarlo, es el de James Gray. Puntaje: 10

domingo, 14 de febrero de 2010

Juan J. Campanella - El secreto de sus ojos (2009)


La necrofilia de una década
Mucho se ha escrito sobre esta película en la Argentina, y el asunto del éxito del público y del recelo que esto provoca, llevó a generar comentarios a un lado y a otro.
Entre el intentar encontrar cuestiones de autoría -uno de los males más reiterados de la crítica contemporánea- en directores que no portan aún tales adjetivos-, la búsqueda de errores y hasta errores de concepto no son visibles y ninguna de las críticas que he leído pudo fundamentar sus apreciaciones en ese sentido.
El oficial Espósito (esposado de su secreto amor por Irene), reciéntemente jubilado como oficial de justicia, intenta la escritura de una novela a partir de un caso menor pero que hizo mella en él a partir del amor de un esposo por su esposa asesinada.
El hallazgo de una serie de miradas secretas en varias fotografías lleva a Espósito a enfrentarse con colegas, romper barreras y chocar con energúmenos que se acomodan políticamente al vaivén de los desórdenes de la vida política argentina de los años `70.
Varias son las tramas que se cruzan, pero todas son guiadas por las imágenes estáticas de fotos o el cuerpo sin vida de Liliana Coloto. Casi la necrofilia como envolviéndolo a todo. Porque los personajes tendrán a la muerte como su compañera de una forma a otra. Y el encontrarse y buscar respuestas ante ella, llevará a Espósito a llegar a la verdad, que no es la reslución de la trama sino el decidirse ante Irene, el amor de su vida.
Los ojos sin vida de las fotos son las miradas entre personajes, el descubrir en eso que portan los ojos la verdad irrenunciables de los sentimientos más profundos.
Si bien se sobredimensiona el travelling sobre el estadio como de un alto poder resolutivo -en realidad, innecesario a los fines del relato-, no debe dejarse de realzar el acierto de Campanella para resolver la puesta de cámara como cuando Espósito encuentra a Morales en la estación, y el diálogo se resuelve de espaldas a los personajes, como entrometiéndose en los sentimientos más hondos, como el amor de Morales que disparará la historia en un quiebre en todos los sentidos.
Película argentina necesaria para comulgar con un público que suele darle la espalda a su cine, y que sitúa a Campanella como el artesano más relevante de este país. Puntaje: 8

La Juventud - Hugo Pratt

Un comienzo inmejorable
Primera de las historias relatadas del Corto maltés, pero una de las últimas publicadas, ésta se desarrolla entre los años 1904 y 1905 en el final de la guerra ruso-japonesa.
Historia que se centrará en el personaje de su amigo Rasputín -aquí es donde se conocen- y el escritor Jack London.
Cuando un silbato indica el fin de la guerra, el bueno de Rasputín no tiene mejor idea que seguir disparando y asesinando, forma visible de mostrar cómo este personaje está enparentado con la muerte; la guerra era un terreno propicio para irradiar sus siempre violentas pulsiones, pero donde en medio de la huída encajará amistad con el escritor y el joven Corto Maltés.
Jack London, de alguna manera, es el marco de honor y coraje que el Corto esconderá tras una nube de simpática ironía. La resolución de la trama los encuentra al Corto y a Rasputín en tren y luego en barco rumbo al África, una extraña amistad que surge en el despliegue de la pura aventura en que viven inmersos. La muerte del teniente Sakai en manos de Rasputín, es uno de los puntos más altos de la saga entera.
Luego vendrá "La balada...", pero en las pocas páginas de esta historia aparecen todos los tópicos que habían hecho de este personaje de los más notables de la historieta. Puntaje: 9

viernes, 12 de febrero de 2010

Terrence Malick - The Thin Red Line (1998)

La delgada línea de la muerte
Película centrada temporal y físicamente en la famosa y extensa batalla de Guadalcanal, entre los años 1942 y 1943, donde las tropas aliadas ocupan una serie de estratégicas islas en poder de los japoneses.
Pero para Malick lo central son los hombres y su relación con cada uno de los hombres que lo rodean, con la muerte y con Dios. Film donde los pensamientos de los personajes discurren pausadamente reflexionando sobre qué es ello que está sucediendo.
Como un Oesterheld cinematográfico, Malick también busca ese brillo que Dios dió como respuesta en un paradisíaco lugar a los ojos de los hombres. Nada allí podrá ser juzgado porque siempre se hace lo que se puede y como se pueda. Allí está el Coronel arreglando una salida decorosa para su Capitán que no aceptó sus órdenes, los soldados que lo aceptan como padre al no haberlos enviado a la muerte, el sargento que discute y despide a su amigo muerto en un mundo que el entiende como único posible, y dónde ante su tumba se/le pregunta: ¿Dónde está tu chispa?...
En los films de Terrence Malick es recurrente el encuentro del hombre con la naturaleza, siendo esta portavoz y puesta física de lo trascendente. En ese reencuentro -su cine nos hace saber que otro tiempo fue posible-, siempre además es visible la posibilidad de comunión entre ambos.
Todos los hombres como hermanos y la guerra como un sinsentido mayúsculo, la locura bordea igual a aliados y japoneses. La muerte los acomete a ambos y ante esa presencia el entender el destino y la singularidad de ésta, nuestra especie.
He allí la huída de la ciudad como topos visible, y la naturaleza como dominio y realeza posible. Para Malick el cine es la posibilidad de conocimiento, el hombre perdido en el mundo porque ni siquiera sabe que en los momentos vitales poco importa no tener balas. Justamente, en una escena brillante, es el sargento, pragmático, quien deja su cartuchera para socorrer a un hombre herido.
En el cine de Malick siempre un personaje se interrogará por qué no puede ser posible vivir en paz, alejado de toda civilización siguiendo solo el principio de ser parte de este mundo. Allí buscará este director alguna respuesta, y una serie ilimitada de interrogantes. Sus films nos muestran la posibilidad de algunas de las primeras y ver un poco más para encontrar el resto. Su espíritu Zen es parte fundamental de todo su cine. Puntaje: 10

miércoles, 10 de febrero de 2010

Julian Maclaren-Ross - De amor y hambre

"De amor y hambre"
Julian Maclaren-Ross
Editorial Sudamericana
Buenos Aires, 2005
La década del medio, entre amor y hambre
Si la década del `20 fue la de las trasgresiones y gérmen de lo posteriormente acaecido, y la década del `40 la de la segunda guerra, la década del `30 es un prefacio y culminación. Es en este contexto donde el personaje de Richard Fanshawe regresa de la India, y que en forma de goteo reconstruiremos en el relato, para afincarse en la Inglaterra poderosa pero también de miseria: su regreso será subsistiendo vendiendo aspiradoras a domicilio.
Allí conoce, a su pesar, al que será su amigo: Derek. Y también conoce a su mujer, Sukie. Que no es especial, que no es increíblemente bella, que es la mar de ordinaria y común, que no tiene nada claro, y que cuando debe viajar como marino por el mundo luego de quedarse sin trabajo le encarga que cuide a su mujer, la tensión entre ambos cimenta la novela y encuentra su rumbo.
Porque Richard es su reflejo especular, es Sukie hecho hombre o viceversa, porque los acercamientos y alejamientos se relatan con el pulso y la tranquilidad de contar lo que ya ha sucedido.
Es en ese grisáceo perfil de Richard donde sus dudas y acciones son prototipo además de los tiempos que le toca vivir: un trabajo inseguro, un dinero de un tío magnánimo que nunca llega y el portar un paquete de cigarrillos como si viviera en una cárcel.
Es desde esos márgenes que Maclaren-Ross sigue el derrotero de Richard como un entomólogo, en sus esquives, agachadas, reencuentros con su necesaria escritura y caídas recurrentes hacia ninguna parte. La guerra fue también el encontrar un lugar en el mundo para una generación entera, corporizándolo en Richard.
Y el reencuentro al final, tres años después, en 1942, y en plena guerra, atesora una descripción sublime de los sentidos y sinsentidos de la vida: es allí donde se asemeja en un todo con el genial catolicismo de Graham Greene, siendo ese final casi una copia de su estilo.
En ese bordear a personajes y una época, en esa mirada casi Dandy de todo lo que en los suburbios está sucediendo, que Maclaren-Ross entrega una novela que se podría sintetizar en las líneas como cita que aparecen figurando en la página que inaugura la tercera parte del libro. Cita de Theodora Benson y Betty Askwith de "Siete canastas":
El amor es algo tan dulce.
Había planeado,
poner las estrellas de mi amor verdadero,
el sol entre sus manos.
Pero tú no quieres saberlo ni aceptarlo,
ni tampoco entenderlo.
Puntaje: 9

Joon-ho Bong - Mother (2009)

La impureza del clishé
De este director ya conocíamos las notables "Memorias de un asesinato" y "The Host", así tituladas en Argentina. Este es su quinto largometraje donde cruza y vuelve a cruzar los géneros de sus films anteriores: el melodrama, el thriller, la comedia, el horror y hasta agregaríamos un largo etcétera.
Joon es el hijo retrasado de una madre trabajadora y sobreprotectora: un accidente al comienzo del film desata y dispara la trama que convergirá en un asesinato. Y desde un tono de comedia que hegemoniza su primera parte, acabará en un tono dramático y hasta en un musical de final...y de principio. Porque ambos bailes con que comienza y finaliza el film no tienen la forma circular sino la propia de la cinta de Moebius.
Si la película atesora momentos sublimes y logrados como el accidente automovilístico, el interrogatorio policial y el del amigo a otros dos idiotas o el personaje del abogado -una construcción exquisita-, también tendrá momentos olvidables como la reconstrucción del asesinato que hacia el final nos develará ciertas verdades.
Es en esa mixtura donde el film parece asentarse en ninguna parte. Si hay directores para los cuales el género es un basamento central de sus construcciones, en muchos directores orientales tal conocimiento se erige casi desde una adolescencia de esa mirada: una cuestión casi como de no ser responsable de lo construído.
Joon-ho Bong es uno de los pocos directores orientales que ha dado muestras de hacer un gran cine como lo demostró en sus dos films anteriores. Seguiremos esperando sus nuevos films porque tiene con qué. En esta Mother, en la por momentos insufrible madre exagerada de sentimientos y declamaciones, se encierra el film que se muerde en la misma cola: la mostración de lo exagerado en el clishé del pastiche construído. Puntaje: 6

James Gray - The Yards (2000)

Ideas simétricas
Cuando uno ve "We Own the Night" tiene la sensación de reencontrarse con una manera de hacer cine propia del clasisismo, tan ajustada y loable como es posible hacerlo en este siglo.
En The Yards, uno encuentra varias de las ideas que sustentan el film posterior: la familia como centro y como lazo, la identidad, la lealtad y la traición como espejos que deben resolverse cuando se han resuelto hace tiempo.
La primera imagen del film nos muestra el alejamiento de un oscuro túnel hacia la luz de los raíles vacíos. Allí viene Leo, con un pasado en la cárcel y cuyo silencio en pos de la familia es ajustado en la celebración de su regreso.
Si El Padrino es necesariamente el tópico a consultar imaginariamente para cualquier relato sobre el género de gángsters, Gray lee el tono y la forma como solo lo hacen los que creen en ellos; el género siempre es una cuestión de convicción, decimos.
Entre la puesta en sangre de Leo, el amor desfasado de Willie -para Joaquín Phoenix siempre el amor parece desfasado, lo lleva en el rostro-, el concepto de familia en Frank y la trastienda de negociados de las Familias, las familias (en minúscula) y la política liberal, el film se centra en el detrás de las casas que menta el título: los patios diríamos. Allí donde se formaban las familias, allí donde los secretos emergerán con fuerza en el futuro del presente con trazos de sangre y deslealtades.
Segunda película del que insisto es uno de los más notables directores contemporáneos: James Gray. Alejado -y tanto!- de los clishés de la época, tan adobados de imágenes edulcaradas de bellas postales fotográficas y tan iracundamente enemigas del gran cine, donde la imagen siempre es el tope de lo que se está relatando, este film es el lado B del film que citáramos al comienzo de este escrito.
La convicción de Leo para su accionar es una seguidilla de azares y determinaciones que escapan a los personajes todos: el destino de la época es irreconciliable con algunos de los conceptos del buen hacer de algunos héroes.
Película para mirar y volver a hacerlo cuando se piensa en las pesadillas recurrentes del repetido y atrasado cine contemporáneo, James Gray construye un film donde desde el primer plano se sabe que sabe de cine, y parafraseando a Hitchcock, diremos que James Gray es un hombre que sabe demasiado: esa es su virtud y la contracara de estos tiempos. Puntaje: 10

La balada del Mar Salado - Hugo Pratt

"La balada del Mar Salado"
Guión y Dibujos: Hugo Pratt
Ediciones Clarín/Ñ
Buenos Aires, 2010
La balada de un tiempo ido
Leer esta obra de Hugo Pratt nos lleva a reconocer una de las obras cumbres de ese noveno arte denominado en la Argentina historieta.
En su libro: "Entre mentira e ironía", Umberto Eco recorre a través de los personajes de esta historia la Historia y la geografía en viejos libros. Javier Coma escribió un extenso artículo sobre esta obra en uno de los primeros números de Totem a mediados de los `70. Sin temor a equivocarme, creo que esta balada, editada originalmente serializada entre los años 1967 y 1969 es la bisagra exacta entre la adolescencia y la adultez de la historieta. No es que anteriormente no aparecieran obras adultas -las hubo siempre-, sino que el mundo europeo de la historieta cambiaría casi diría a partir de este parámetro.
Leer la balada es aventurarse, y es exacto decirlo así, a un lugar y tiempo donde la aventura era posible, donde estos personajes podían hacerse realidad con una carnadura tan real como los mares que surcan estos personajes.
Una historieta donde personajes importantes mueren, donde el honor y la traición son posibles tanto como los negociados de una familia (casi) real holandesa.
Esta edición argentina respeta el recorte de página de la española Norma para su edición en Cofres, pero le agrega el color de las ediciones de lujo de la citada editorial.
Ahora bien, la edición original tuvo un blanco y negro irrepetible. Si observan la página 107 del segundo tomo, la viñeta nos muestra a un Corto apoyado sobre una ventana fumando y pensando: su rostro se asemeja al de Tarao con múltiples tatuajes en el rostro, o avejentado. El mismo dibujo lo observo en la edición de la editorial Récord de Argentina del año 1975: el rostro del Corto solo tiene penumbras. A veces se puede creer que el público está preparado para otra cosa. Igualmente, esta reedición de algunas de las historias del Corto Maltés son más que bienvenidas. El Corto es uno de los tópicos -y centrales- del mundo de la historieta. Puntaje: 10