Película compleja porque convierte al menos dos variantes fundamentales del género, que al día de hoy se tornan centrales: el posicionamiento político y la versatilidad narrativa. Y es desde ese entrecruzamiento que el film se devora a sí mismo.
La ex mujer del gran James Cameron, articula un film a partir de una brigada que desactiva bombas en Irak. En ella, el Sargento William James es la punta de lanza que se acerca a los explosivos casi sin temor, una especie de Coronel Kilgore trasladado al desierto, donde en cada paso pareciera llevar una dosis de poesía en sus acciones y reacciones. Pero si todo se narra con una calidad superlativa, también -y allí hace el click- aparecen los momentos donde sobresale el verdadero escarnio de su motivación -que no es otro que el de Bigelow-. Allí donde a golpes de puño se realza una masculinidad errada: porque aquello no es ya una guerra, es una invasión flagrante e inmoral, que solo sirve para custodiar los intereses petroleros del país del norte.
Y si bien la película nos hace olvidar a partir del día a día de esta brigada, tan alejada de esos intereses, la bajeza de su relación emocional con un pequeño iraquí (al que los propios iraquís no dudan de coinvertir en una trampa bomba) es de una ramplonería soberbia.
Nunca se mostro en los últimos años en un film tanta aversión sobre un pueblo que no deja de sufrir. Bigelow intenta hacernos creer que esos soldados dudan demasiado antes de disparar, y como ejemplifica un alto mando que llega en medio de una situación peligrosa, no deberán quedar vivos los enemigos detenidos.
El final de James junto a su hijo, y su declaración de único amor por esa profesión liminar, lo lleva otra vez al lugar de partida. No es el temor lo que embriaga a James, es la locura misma que lo ha desfasado hacia otro lado. Kurtz, en esto, era la plena conciencia. James es el estado actual de un claro tópico de Estados Unidos, y del cine.
Los múltiples premios recibidos por la película ponen a las claras como mira el tándem EEUU e Inglaterra al resto del mundo. Allí estamos los demás. Puntaje: 4
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