Once piezas de un mismo prisma
Este "O cobrador" en el original, permite reconocer muchísimos de los múltiples tópicos propios de este autor. Y agregaríamos más de lo mismo, si no fuera que es anterior a los comentarios vertidos en este sitio; pero dado que su lectura es posterior es más sí, pero tan brillante como siempre.
En el quinto cuento hace aparición su ya célebre personaje de novelas "Mandrake", un abogado que más que particular es delirante: Fonseca no hace conseciones con sus personajes, y en ninguno de sus cuentos. Ellos cobran vida y se despliegan atiborrados de pasiones y contradicciones: Fonseca es un latino puro.
En su cuento "Comida en la sierra el domingo de carnaval", un joven se acerca a una majestuosa hacienda para encontrarse con su novia, ella tan portentosa como su dinero. El joven había sido el hijo del anterior dueño de esa hacienda, a quien el padre de la novia compró aprovechándose de la caída económica del progenitor del joven, y en un premeditado y desesperado acto, éste saca a la joven para violarla lejos de todos los invitados. Es curioso como este escritor nunca deja de presentar los desniveles sociales y su contradicción o solución en lo sexual; si lo que aparecía era una venganza por la pérdida de una condición de clase, la duplicación del acto en uno anterior y en el mismo día promueve múltiples lecturas: que era un ensayo para lo que venía, que es un enfermo repetitivo, que es un joven alienado socialmente, que es un justiciero social -el diálogo con el padre de ella permite elucubrar esto y más-, que es un obsesivo de la violación anal, etc. Lo curioso es que el cuento apenas se despliega en dos páginas y media. Fonseca comprime las acciones e intenciones como pocos, y ni cerca de acusarlo de minimalista; todo lo contrario, despliega con pocas palabras una suma de sucesos como nadie.
La muerte y el sexo están presentes en todos sus cuentos, y bajo la égida de Tanatos, Fonseca torna indisolubles ambos términos. Sus cuentos están llenos de vida...y muerte. Puntaje: 10
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