"De amor y hambre"
Julian Maclaren-Ross
Editorial Sudamericana
Buenos Aires, 2005
Julian Maclaren-Ross
Editorial Sudamericana
Buenos Aires, 2005
La década del medio, entre amor y hambre
Si la década del `20 fue la de las trasgresiones y gérmen de lo posteriormente acaecido, y la década del `40 la de la segunda guerra, la década del `30 es un prefacio y culminación. Es en este contexto donde el personaje de Richard Fanshawe regresa de la India, y que en forma de goteo reconstruiremos en el relato, para afincarse en la Inglaterra poderosa pero también de miseria: su regreso será subsistiendo vendiendo aspiradoras a domicilio.
Allí conoce, a su pesar, al que será su amigo: Derek. Y también conoce a su mujer, Sukie. Que no es especial, que no es increíblemente bella, que es la mar de ordinaria y común, que no tiene nada claro, y que cuando debe viajar como marino por el mundo luego de quedarse sin trabajo le encarga que cuide a su mujer, la tensión entre ambos cimenta la novela y encuentra su rumbo.
Porque Richard es su reflejo especular, es Sukie hecho hombre o viceversa, porque los acercamientos y alejamientos se relatan con el pulso y la tranquilidad de contar lo que ya ha sucedido.
Es en ese grisáceo perfil de Richard donde sus dudas y acciones son prototipo además de los tiempos que le toca vivir: un trabajo inseguro, un dinero de un tío magnánimo que nunca llega y el portar un paquete de cigarrillos como si viviera en una cárcel.
Es desde esos márgenes que Maclaren-Ross sigue el derrotero de Richard como un entomólogo, en sus esquives, agachadas, reencuentros con su necesaria escritura y caídas recurrentes hacia ninguna parte. La guerra fue también el encontrar un lugar en el mundo para una generación entera, corporizándolo en Richard.
Y el reencuentro al final, tres años después, en 1942, y en plena guerra, atesora una descripción sublime de los sentidos y sinsentidos de la vida: es allí donde se asemeja en un todo con el genial catolicismo de Graham Greene, siendo ese final casi una copia de su estilo.
En ese bordear a personajes y una época, en esa mirada casi Dandy de todo lo que en los suburbios está sucediendo, que Maclaren-Ross entrega una novela que se podría sintetizar en las líneas como cita que aparecen figurando en la página que inaugura la tercera parte del libro. Cita de Theodora Benson y Betty Askwith de "Siete canastas":
El amor es algo tan dulce.
Había planeado,
poner las estrellas de mi amor verdadero,
el sol entre sus manos.
Pero tú no quieres saberlo ni aceptarlo,
ni tampoco entenderlo.
Puntaje: 9
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