El misionero de Escandinavia
Otros tres episodios para este nuevo rostro de Wallander -el anterior lleva varias temporadas en la televisión sueca- y se ahondan en esta del 2010 todos los problemas insinuados en la temporada anterior.
Los episodios son: "Asesinos sin rostro", "El hombre sonriente" y "La quinta mujer"
Los tres capítulos profundizan cada vez más la veta melancólica que lleva a Wallander a un pasado espiralado a la vez de tormentoso.
Cuando dispara a un neonazi en el primero de los capítulos, lo llevará a un retiro de varios meses al lado del mar y sin poder resolver como manejar ese momento límite.
Su familia quebrada por los años y la distancia, la muerte como la atmósfera que lo nuclea todo y un falso atisbo de esperanza que cierra la saga.
A diferencia de la anterior versión televisiva, esta se ciñe exactamente a los argumentos que creo el novelista Henning Mankëll para su personaje Kurt Wallander.
Y posiblemente el primero sea el más lábil de todos, pero es notorio como el actor inglés construye un personaje distanciado cada vez más cerrado, cada vez más enfermo, cada vez viejo.
De las diferencias respecto a su familia que eran constantes, aquí se deteriora poco a poco la relación con sus compañeros de trabajo y encontrará en la asesina del tercer capítulo un símil emocional y un reflejo exacto de su situación en el mundo.
Wallander se atenaza como puede a su función de policía, porque la operación que ejecuta es más la de un misionero en medio de un infierno; y no porque eso nos trasmita la sociedad representada, sino porque él -y es lo más loable de la serie-, ahonda las facetas oscuras y miserables que los hombres llevan hasta las últimas consecuencias; su hija no puede entender porque su padre no resuelve más rápidamente la muerte hacia otro hombre y abandona así los deberes de hijo para alguien que se va muriendo.
En esa telaraña que teje la familia, Kurt llevará esas marcas para resolver no los casos por deber de funcionario, sino como un último acervo de justicia.
Del otro lado siempre nos queda la desazón de porque son tantas las debilidades y horrendos los errores de los hombres, y en donde esos detalles se nos muestran en lupa realzando el gigantismo espiritual del detective.
Ya podría decirse una serie más religiosa que policial, un último resquicio para que la luz del día no se apague tan rápidamente. Puntaje: 9
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