La Tigra...o cualquier parte
Una historia de amor que se entreteje -bajo el manto del título- con el pueblo en que se desarrolla la acción. Digamos algo de entrada: así como la historia de amor es sencilla, fluída y sostenida en el encanto del personaje de Vero, las dudas de Esteban quien retorna al pueblo luego de varios años y la abuela de éste de origen checo, el pueblo solo tiene voz cuando los personajes lo explicitan. La mayoría de las escenas con encanto del film tratan de diálogos sugerentes y ascendentes, pero no hay -con excepción de un plano al amanecer sobre el final de la película- un concepto de imagen del pueblo. Es más, la acción podría desarrollarse en cualquier pueblo del interior, porque aquí La Tigra está solo como soporte de una historia intimista y los logros, insisto, radican en largas secuencias de diálogos y silencios.
Desde ese lugar que titula el film, no hay imágenes que nos hagan emerger el concepto del pueblo. Como ejemplo comparativo, Lucrecia Martel en La ciénaga tornaba el entorno de Salta con una atmósfera bucólica que aprisionaba a los personajes. En esta La Tigra, el espacio físico solo se dimensiona en la voz de los personajes y en la explicitación verbal del concepto de pueblo. Pero no hay construcción de ese espacio y esta mostración será dada casi como de alguien que llega con una cámara turística a un pueblo del interior.
Y como sabemos, la ciudad o un pueblo son más que la gente, al decir de Don Porfirio. Y queda claro que esta no es una cuestión menor en el film, ya que ese es justamente el título: La Tigra, de la provincia de Chaco. Los planos que sostienen visualmente el lugar geográfico, podrían estar en cualquier parte, lo que indica que no están en ninguna. Puntaje: 4
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