BLOG DE CRÍTICA Y ANÁLISIS

miércoles, 10 de febrero de 2010

James Gray - The Yards (2000)

Ideas simétricas
Cuando uno ve "We Own the Night" tiene la sensación de reencontrarse con una manera de hacer cine propia del clasisismo, tan ajustada y loable como es posible hacerlo en este siglo.
En The Yards, uno encuentra varias de las ideas que sustentan el film posterior: la familia como centro y como lazo, la identidad, la lealtad y la traición como espejos que deben resolverse cuando se han resuelto hace tiempo.
La primera imagen del film nos muestra el alejamiento de un oscuro túnel hacia la luz de los raíles vacíos. Allí viene Leo, con un pasado en la cárcel y cuyo silencio en pos de la familia es ajustado en la celebración de su regreso.
Si El Padrino es necesariamente el tópico a consultar imaginariamente para cualquier relato sobre el género de gángsters, Gray lee el tono y la forma como solo lo hacen los que creen en ellos; el género siempre es una cuestión de convicción, decimos.
Entre la puesta en sangre de Leo, el amor desfasado de Willie -para Joaquín Phoenix siempre el amor parece desfasado, lo lleva en el rostro-, el concepto de familia en Frank y la trastienda de negociados de las Familias, las familias (en minúscula) y la política liberal, el film se centra en el detrás de las casas que menta el título: los patios diríamos. Allí donde se formaban las familias, allí donde los secretos emergerán con fuerza en el futuro del presente con trazos de sangre y deslealtades.
Segunda película del que insisto es uno de los más notables directores contemporáneos: James Gray. Alejado -y tanto!- de los clishés de la época, tan adobados de imágenes edulcaradas de bellas postales fotográficas y tan iracundamente enemigas del gran cine, donde la imagen siempre es el tope de lo que se está relatando, este film es el lado B del film que citáramos al comienzo de este escrito.
La convicción de Leo para su accionar es una seguidilla de azares y determinaciones que escapan a los personajes todos: el destino de la época es irreconciliable con algunos de los conceptos del buen hacer de algunos héroes.
Película para mirar y volver a hacerlo cuando se piensa en las pesadillas recurrentes del repetido y atrasado cine contemporáneo, James Gray construye un film donde desde el primer plano se sabe que sabe de cine, y parafraseando a Hitchcock, diremos que James Gray es un hombre que sabe demasiado: esa es su virtud y la contracara de estos tiempos. Puntaje: 10

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