Esta podríamos denominar cuarta parte de Terminator se retrae especularmente a los dos primeros de la saga y por lo demás brillantes films de Cameron. Toda la acción se desencadena en el futuro, con John Connor allí presente pero también con el otro personaje principal de esta cuarta parte: Marcus.
Condenado a muerte, cede su cuerpo para la investigación científica y ya aparece allí la primera disgresión visible de Marcus: lo que veremos en un futuro es casi una imagen, un organismo cibernético controlado por un chip oculto en su cabeza y que solo posee su corazón humano. En ese beso de una mujer que le queda poco de vida, muy cercana a la muerte, se emparenta con ella: es la muerte a través de la ciencia quien controlará el futuro de Marcus en el más allá y luego, claro, bien presente en la historia narrada.Emblema que es demás manifiesto en cuanto a su significación de dualidad y el combate al que se someterá, mucho más importante que el resto de los combates que aparecerán en la trama.
Allí es donde se enparenta con los films de Cameron, tan incomprendido en cuanto a la idea que encierran sus dos films de Terminator: en los dos está atravesada la mitología cristiana como hilo que vertebra los dos relatos.
Es epifánico el momento en que Marcus, "crucificado" en un momento revela esa verdad a John Connor que finalmente entenderá. El combate al que se somete Marcus es una clara victoria del "bien", esa elección que conlleva a la verdad, eternamente. Puntaje: 8
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