Dos asesinos a sueldo llegan a una casa en un tranquilo barrio de Macao, al sur de la República Popular China, para liquidar a uno de los de ellos que quiere dejar la profesión. Enseguida llegan dos amigos para impedirlo. Luego de un encuentro intenso en la casa del objetivo -secuencia destacable-, y posterior al encuentro con el jefe, deciden acometer un robo que salve económicamente a la mujer e hijo de la víctima.
Todo el film se desplazará por las reglas propias de yakuzas, y donde se establecerán códigos más propios de miradas y sobreentendidos que de palabras. Decir que las acciones se resuelven con maestría es lo menos correcto, como también que las escenas violentas son ralentizadas tanto en su accionar como en su repetición dsde diferentes puntos de vista.
Y desde ese regodeo por "la acción", que escapa a contar un algo más, supeditan toda la historia a explosiones de violencia que hegemonizan la trama. Si el cuidado fotográfico no lo es menos, es por "destacarse" sobre lo contado. Un claro ejemplo: cuando los asesinos dejan la casa, un plano en contrapicado nos muestra una gran pared de amarillo, y donde un balcón centrado en la imagen con plantitas de un verde inglés, se abrirá en sus puertas verdes oscuras para mostrar al la mujer ver alejarse al automóvil; ahora bien, la salida de la mujer es con un vestido de un color que armonizará el resto del conjunto en una bella postal.
Son momentos como el mencionado anteriormente los que desplegarán más de paralizar la imagen en pos de los bríos técnicos que en los de contar, como corresponde. Insisto, el cine y la historieta oriental tienen más de saber narrar que de contar algo interesante. En tiempos de la imagen fragmentada, a muchos con eso les alcanza. Puntaje: 5
Todo el film se desplazará por las reglas propias de yakuzas, y donde se establecerán códigos más propios de miradas y sobreentendidos que de palabras. Decir que las acciones se resuelven con maestría es lo menos correcto, como también que las escenas violentas son ralentizadas tanto en su accionar como en su repetición dsde diferentes puntos de vista.
Y desde ese regodeo por "la acción", que escapa a contar un algo más, supeditan toda la historia a explosiones de violencia que hegemonizan la trama. Si el cuidado fotográfico no lo es menos, es por "destacarse" sobre lo contado. Un claro ejemplo: cuando los asesinos dejan la casa, un plano en contrapicado nos muestra una gran pared de amarillo, y donde un balcón centrado en la imagen con plantitas de un verde inglés, se abrirá en sus puertas verdes oscuras para mostrar al la mujer ver alejarse al automóvil; ahora bien, la salida de la mujer es con un vestido de un color que armonizará el resto del conjunto en una bella postal.
Son momentos como el mencionado anteriormente los que desplegarán más de paralizar la imagen en pos de los bríos técnicos que en los de contar, como corresponde. Insisto, el cine y la historieta oriental tienen más de saber narrar que de contar algo interesante. En tiempos de la imagen fragmentada, a muchos con eso les alcanza. Puntaje: 5
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