Walt Kowalski (Clint Eastwood) es un veterano de guerra que está en las últimas. Acaba de morir su mujer y el barrio está cada vez más concurrido por orientales, que provocan su rechazo visceral. Todo esto es así hasta que un jovencito hostigado por sus pares que pertenecen a una pandilla de orientales, intenta robarle uno de sus fetiches mejor conservados: su automóvil Gran Torino, modelo 1972.
Si algo caracteriza esta película es la pincelada gruesa con que se construyeron los perfiles de los personajes. Y tal dureza en la caracterización evidencia mucho más el pliegue al que se someterán Walt y su pequeño vecino.
Haciendo visible su maniobrabilidad dentro de los géneros –y teniendo en cuenta que este se parece y mucho a sus films de décadas anteriores-, Eastwood se desprende claramente de su anterior Changeling al operar con un ritmo más agudo y menos preciso, como si su film anterior se hubiese filmado en 1950 y este Gran Torino en los `80.
Pareciera que el joven Eastwood -a punto de cumplir 79 años-filma a contramano del tiempo, como si poco le quedase y quisiese filmar todo y a todos y hacer de ello una puesta al día, un tamizar todo su cine a diestra y siniestra.
Puesto en el mismo año 2008 de Changeling, este Gran Torino debe mirarse y compararse con su film anterior, porque se opone solo en las apariencias, porque es un reflejo algo desteñido pero que mantiene inalterable aquello que se denominó cine clásico, tanto allí como aquí. Puntaje: 8
Si algo caracteriza esta película es la pincelada gruesa con que se construyeron los perfiles de los personajes. Y tal dureza en la caracterización evidencia mucho más el pliegue al que se someterán Walt y su pequeño vecino.
Haciendo visible su maniobrabilidad dentro de los géneros –y teniendo en cuenta que este se parece y mucho a sus films de décadas anteriores-, Eastwood se desprende claramente de su anterior Changeling al operar con un ritmo más agudo y menos preciso, como si su film anterior se hubiese filmado en 1950 y este Gran Torino en los `80.
Pareciera que el joven Eastwood -a punto de cumplir 79 años-filma a contramano del tiempo, como si poco le quedase y quisiese filmar todo y a todos y hacer de ello una puesta al día, un tamizar todo su cine a diestra y siniestra.
Puesto en el mismo año 2008 de Changeling, este Gran Torino debe mirarse y compararse con su film anterior, porque se opone solo en las apariencias, porque es un reflejo algo desteñido pero que mantiene inalterable aquello que se denominó cine clásico, tanto allí como aquí. Puntaje: 8
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