BLOG DE CRÍTICA Y ANÁLISIS

martes, 9 de junio de 2009

Paolo Virzi - Tutta la vita davanti (2008)

Lugares comunes
Marta, una joven de 24 años, oobtiene su título de licenciada en filosofía con una tesina sobre Heidegger. El jurado que la apruba con los más altos honores se compone de ancianos más preocupados por ir al baño que por escucharla. Cuando sale a la calle no puede conseguir trabajo, todas las editoriales le rechazan su ensayo y finalmente termina trabajando en un Call Center y como baby sister.
Primero, deja ir a su novio a Estados Unidos a una universidad norteamericana y del cual se separará por la distancia; conoce a un sindicalista que terminará saliendo con su amiga y generará serios conflictos en la empresa de telefonistas, y del que separará previas disculpas del charlatán; la niñita que cuida terminará haciendo tiempo en la calle mientras su madre se prostituye en el departamento, posterior a su expulsión del mencionado Call Center; y así podríamos seguir con varias subtramas que aparecen en el relato.
El problema es que mientras Marta mira y actúa con pleno conocimiento de la situación explotatoria en su trabajo, que hace mímica mientas las demás chicas cantan y bailan antes de empezara trabajar -como estímulo para las siguientes cuatro horas de llamados telefónicos-, que accede a acompañar a sus jefes sin la menor convicción, decíamos que el problema es que Marta es el alter ego del director Paolo Virzi. Y así, mientras parece que mira todo a la distancia, en realidad no deja de ser parte de todo ello.
Si el tono de comedia heredado de la tradición italiana parece ser una de las formas, bueno sería recordar que en ella siempre los personajes, incluso los más abyectos, se dibujaban con una profunda humanidad.
Todos los personajes de este film no pueden comprender el todo, son partes cristales de un espejo que no los contiene y ninguno de ellos deja de demostrar las peores miserias adobadas del sensiblerismo peninsular.
Cuando uno de los hombres compañero de Marta le roba en su visita 300 euros a una anciana que ha perdido a su nieta, y luego se lo justifica con la presión a la que someten a los empleados y a la pérdida de los valores más elementales, y si además maneja un convertible y un accidente provoca su imagen piadosa, insisto entones, Paolo Virzi también es parte de ello.
Al final de la historia, le publican a Marta en Estados Unidos el ensayo sobre la relación entre el capítulo 16 de "Ser y tiempo" de Heidegger con el trabajo en el Call Center. El pago de 300 euros le será entregado a la anciana como corresponde. La culpa burguesa teñida de buena gente.
Algunos verán en el film un discurso progresista, más no se dejen engañar. Toda la puesta recurre a la suma de lugares comunes, y así de excesivos, cualquier relación con otros modelos de explotación como los que son visibles en cualquier ciudad occidental, quedarán desnivelados. La sutileza siempre es más visible que la grosería. Puntaje: 2

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