Como toda película primariamente para niños (que como se sabe los films para niños se piensan a su vez contemporaneamente con un doble discurso cuyo otro vértice son los mayores), la moraleja aparece diseñada visible y a ojos vista.
Cinco animales son educados por un maestro del kung fu confiando éste que uno de ellos será "el guerrero dorado" y podrá alcanzar un pergamino mordido por un dragón en el cénit del templo mayor, para de esta forma acceder al gran saber que allí está escrito.
Pero he aquí que el sabio tortugo, el gran gran maestro, está convencido que no es ninguno de ellos el elegido -su intuición, o su saber, o su conocer, que en un maestro es exactamente lo mismo- dictamina que el torpe y siempre hambriento oso panda lo es. Fontanero junto a su padre, el panda cumple su sueño de entrenamiento con el maestro y además con la urgencia de enfrentarse al gran tigre que se ha escapado de la cárcel. Este tigre junto al panda encarnan el ying y el yang que la sabiduría oriental irradió a todo el mundo (aunque la más de las veces malinterpretada).
El gran tortugo, despidiéndose junto a las flores de un duraznero, legitima la elección y se disuelve en el vacío. El maestro superviviente, una mezcla de maestro Yoda y de Gremlins, deberá creer en el panda y solo cuando vea la verdad, podrá educarlo y dejarlo listo.
Claro que esta verdad tiene la materialidad de los sueños, la misma que no esperaba encontrar nadie en el pergamino semiespejado antes mencionado. Solo queda creer, y una vez que esto suceda, el iniciado estará listo. Como esa "toma" endiablada que el panda nunca conoció y que sufrirá el tigre en el combate final y que nunca veremos pues el panda, como dijo el tortugo, nació con semejante destino. Para esa verdad, y/o revelación, no hay imagen posible. Puntaje: 7
Cinco animales son educados por un maestro del kung fu confiando éste que uno de ellos será "el guerrero dorado" y podrá alcanzar un pergamino mordido por un dragón en el cénit del templo mayor, para de esta forma acceder al gran saber que allí está escrito.
Pero he aquí que el sabio tortugo, el gran gran maestro, está convencido que no es ninguno de ellos el elegido -su intuición, o su saber, o su conocer, que en un maestro es exactamente lo mismo- dictamina que el torpe y siempre hambriento oso panda lo es. Fontanero junto a su padre, el panda cumple su sueño de entrenamiento con el maestro y además con la urgencia de enfrentarse al gran tigre que se ha escapado de la cárcel. Este tigre junto al panda encarnan el ying y el yang que la sabiduría oriental irradió a todo el mundo (aunque la más de las veces malinterpretada).
El gran tortugo, despidiéndose junto a las flores de un duraznero, legitima la elección y se disuelve en el vacío. El maestro superviviente, una mezcla de maestro Yoda y de Gremlins, deberá creer en el panda y solo cuando vea la verdad, podrá educarlo y dejarlo listo.
Claro que esta verdad tiene la materialidad de los sueños, la misma que no esperaba encontrar nadie en el pergamino semiespejado antes mencionado. Solo queda creer, y una vez que esto suceda, el iniciado estará listo. Como esa "toma" endiablada que el panda nunca conoció y que sufrirá el tigre en el combate final y que nunca veremos pues el panda, como dijo el tortugo, nació con semejante destino. Para esa verdad, y/o revelación, no hay imagen posible. Puntaje: 7
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