En The Code se utilizan los mismos procedimientos mametianos que en muchos films contemporáneos, pero esta vez hay un acertado uso de las máscaras que se colocan los personajes.
Se ha criticado a esta película como una más de una suerte de films anodinos y repetidos, y sin embargo la película encierra algunas claves que vale la pena destacar.
En primer lugar que los personajes principales son todos extranjeros o correspondientes a las minorías en los Estados Unidos; en segundo lugar que el film nunca niega un principio de levedad que la torna legítima en cuanto a sus propósitos; en tercer lugar que encarrila una mirada sobre los films sobre robos y la cita a sus directores clásicos como Jules Dassin; los usos de Flash-Back en varias escenas son lo menos, acertados y por último, y quizá lo que la convierte en un film al menos recomendable, su cita explícita a The Maltese Falcon, de John Huston: la materialidad de los objetos robados los torna similar a los del mítico film: los objetos son de la misma materialidad que la de los sueños.
Esa excusa y finalmente propósito, esconde el secreto de The Code: todo lo que mira Gabriel Martín es de una falsedad absoluta, exactamente como no entender el propósito del robo. Lamentablemente se nota la mano insufrible detrás de cámara que genera ciertas torpezas narrativas. Aún así el resto se encarga de salvar la idea que la sustenta.
Puntaje: 7
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