David Lapham no defrauda nunca
Debo decirlo de entrada: desde que conocí la extraordinaria Balas perdidas editada por La Cúpula, David Lapham es mi autor de comics contemporáneo preferido. Y tengo en cuenta que tanto Mátame (Ediciones Lá Cúpula, 2005) como ésta Silverfish son inobjetablemente inferiores, pero aún así, sigue siendo increíblemente bueno.
¿Qué autor de cómics puede en estos tiempos cautivar solo con el blanco y negro? Muy pocos, y Laphan es uno de ellos. La trama: Mia es una joven con una hermana pequeña que se atiene a la llegada de una madrastra recién llegada al pueblo...Y que enamora a su padre, Ray!!!. Cuando ésta y Ray -policía-, van a pasar una especie de luna de miel a una cabaña, Mia, su hermana y unos amigos empiezan a indagar en las pertenencias de su madrastra Suzanne. Y al descubrir una libreta con direcciones de otras ciudades no tienen mejor idea que empezar a llamar, hasta que uno de ellos da con un verdadero psicópata, y todo se desencadena.
Y Lapham no solo es un dibujante original, y donde expande en las páginas las viñetas a su antojo, sino que tiene eso que le es tan propio a los norteamericanos de Estados Unidos de la época clásica: una capacidad narrativa que muchísimos ansiarían poseer. Narrar, contar en una viñeta un año entero, o cuatro páginas para un acto violento que dura unos instantes.
Pocos autores actuales radiografían como nadie el otro lado del sueño americano, que de ser tal en la década del `50, cincuenta años más tarde mutó a auténtica pesadilla. Esa es la visión, esos los personajes, es esa la exacta angustia que corroe a todos ellos cuando no la locura. Pero no una locura virtual o fuera de campo, una locura teñida de una violencia desatada y en donde el gran David Lapham se mueve como pez, ese pez plateado de colmillos sedientos que desgarra cuerpo y alma a seres que ya ni vienen ni van a ninguna parte. Puntaje: 10
¿Qué autor de cómics puede en estos tiempos cautivar solo con el blanco y negro? Muy pocos, y Laphan es uno de ellos. La trama: Mia es una joven con una hermana pequeña que se atiene a la llegada de una madrastra recién llegada al pueblo...Y que enamora a su padre, Ray!!!. Cuando ésta y Ray -policía-, van a pasar una especie de luna de miel a una cabaña, Mia, su hermana y unos amigos empiezan a indagar en las pertenencias de su madrastra Suzanne. Y al descubrir una libreta con direcciones de otras ciudades no tienen mejor idea que empezar a llamar, hasta que uno de ellos da con un verdadero psicópata, y todo se desencadena.
Y Lapham no solo es un dibujante original, y donde expande en las páginas las viñetas a su antojo, sino que tiene eso que le es tan propio a los norteamericanos de Estados Unidos de la época clásica: una capacidad narrativa que muchísimos ansiarían poseer. Narrar, contar en una viñeta un año entero, o cuatro páginas para un acto violento que dura unos instantes.
Pocos autores actuales radiografían como nadie el otro lado del sueño americano, que de ser tal en la década del `50, cincuenta años más tarde mutó a auténtica pesadilla. Esa es la visión, esos los personajes, es esa la exacta angustia que corroe a todos ellos cuando no la locura. Pero no una locura virtual o fuera de campo, una locura teñida de una violencia desatada y en donde el gran David Lapham se mueve como pez, ese pez plateado de colmillos sedientos que desgarra cuerpo y alma a seres que ya ni vienen ni van a ninguna parte. Puntaje: 10
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