Un legado mayúsculo
Dentro de los distintos subgéneros creados dentro de ese género mayúsculo que fue la novela negra, uno fue el que más arraigó como modelo para las series de televisión a partir de la década de los `60: el Police Procedural. Este subgénero, se basaba en el tratamiento de un caso a partir de las indagaciones perpetradas por la policía, y teniendo siempre una figura del cuerpo como personaje principal.
Y si bien el subgénero literarario se gestó en la década del `40, no fue hasta 50 años después que arraigó como serie televisiva y llevó la vertiente hasta límites superlativos; la serie innovadora fue, ni más ni menos que la extraordinaria Prime Suspect. Esta serie inglesa se destacó, básicamente, por dos cuestiones. La primera tiene que ver con un riguroso tratamiento de un caso, explorándolo en todas sus facetas y llegando a extender cada emisión en casi 3 horas y media. El trabajo policíaco se desmembraba en arterias principales y en callejones sin salida, y allí nos conducía para acceder hacia el final con una resolución que la más de las veces era secreteada por los superiores policíacos a partir de intereses políticos y personales. La segunda tuvo que ver con el tiempo que se tomaban para la gestación de cada emisión: la más de las veces era anual. Y eso resultaba en historias contadas con una claridad expositiva y justeza que no había conocido el género en televisión.
Y con ese legado, llegamos a The Wire; un grupo operativo que se articula a partir de retazos de policías, y digo retazos porque es como si cada uno de ellos encuentra en el grupo el lugar y el despliegue de sus mayores virtudes: como ejemplo esta Trace, quien de ser un protegido y un sujeto al que se le dispara el arma regularmente, aplica la lógica para desentrañar desde la base las claves de la escucha. Porque eso es The Wire, un grupo que escucha conversaciones para resolver un caso.
Cuando comentemos las temporadas siguientes ahondaremos respecto al funcionamiento de cada uno de los personajes, pero ya notamos que el personaje principal no es uno en particular, sino el grupo entero como tal. Todo va siendo narrado haciendo eco en sus vidas personales, pero con un plus: pocas veces se le dio tanto valor e importancia al lenguaje utilizado por los elementos marginales, lenguaje que se extendía a lo corporal y a sus modos de relación. No hay buenos y malos, todos siguen intereses particulares, y en esa guerra no declarada, se constituye una arquitectura que radiografía ejemplarmente el centro y la periferia de Baltimore, lugar de desarrollo de la serie.
Quedaría muchísimo por agregar, como por ejemplo que en las relaciones entre los "delincuentes" los códigos son mucho más nobles que los del cuerpo policial, son más verdaderos; saben que solo persiguen el dinero pero no un ascenso social. Allí radica la ventaja de ellos, y también su perdición.
Si la primera temporada trataba sobre el tráfico de drogas en el oeste de Baltimore, la segunda será sobre el contrabando en los muelles, y en esta segunda se cruzarán ambas historias. Cada una de ellas con 13 y 12 capítulos, que no es poco para cada historia. Miraron hacia atrás y miraron bien. Y si se hace tanto lo primero no se hace lo segundo. The Wire es el ejemplo exacto de ambas visiones. Solo queda disfrutar de ello y ver esta serie que es de lo mejor de los últimos años. Puntaje: 10
Y si bien el subgénero literarario se gestó en la década del `40, no fue hasta 50 años después que arraigó como serie televisiva y llevó la vertiente hasta límites superlativos; la serie innovadora fue, ni más ni menos que la extraordinaria Prime Suspect. Esta serie inglesa se destacó, básicamente, por dos cuestiones. La primera tiene que ver con un riguroso tratamiento de un caso, explorándolo en todas sus facetas y llegando a extender cada emisión en casi 3 horas y media. El trabajo policíaco se desmembraba en arterias principales y en callejones sin salida, y allí nos conducía para acceder hacia el final con una resolución que la más de las veces era secreteada por los superiores policíacos a partir de intereses políticos y personales. La segunda tuvo que ver con el tiempo que se tomaban para la gestación de cada emisión: la más de las veces era anual. Y eso resultaba en historias contadas con una claridad expositiva y justeza que no había conocido el género en televisión.
Y con ese legado, llegamos a The Wire; un grupo operativo que se articula a partir de retazos de policías, y digo retazos porque es como si cada uno de ellos encuentra en el grupo el lugar y el despliegue de sus mayores virtudes: como ejemplo esta Trace, quien de ser un protegido y un sujeto al que se le dispara el arma regularmente, aplica la lógica para desentrañar desde la base las claves de la escucha. Porque eso es The Wire, un grupo que escucha conversaciones para resolver un caso.
Cuando comentemos las temporadas siguientes ahondaremos respecto al funcionamiento de cada uno de los personajes, pero ya notamos que el personaje principal no es uno en particular, sino el grupo entero como tal. Todo va siendo narrado haciendo eco en sus vidas personales, pero con un plus: pocas veces se le dio tanto valor e importancia al lenguaje utilizado por los elementos marginales, lenguaje que se extendía a lo corporal y a sus modos de relación. No hay buenos y malos, todos siguen intereses particulares, y en esa guerra no declarada, se constituye una arquitectura que radiografía ejemplarmente el centro y la periferia de Baltimore, lugar de desarrollo de la serie.
Quedaría muchísimo por agregar, como por ejemplo que en las relaciones entre los "delincuentes" los códigos son mucho más nobles que los del cuerpo policial, son más verdaderos; saben que solo persiguen el dinero pero no un ascenso social. Allí radica la ventaja de ellos, y también su perdición.
Si la primera temporada trataba sobre el tráfico de drogas en el oeste de Baltimore, la segunda será sobre el contrabando en los muelles, y en esta segunda se cruzarán ambas historias. Cada una de ellas con 13 y 12 capítulos, que no es poco para cada historia. Miraron hacia atrás y miraron bien. Y si se hace tanto lo primero no se hace lo segundo. The Wire es el ejemplo exacto de ambas visiones. Solo queda disfrutar de ello y ver esta serie que es de lo mejor de los últimos años. Puntaje: 10
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